“Hacer
predicciones es muy complicado, especialmente sobre el
futuro”, gustaba de contestar un famoso economista
siempre que le pedían su prognosis sobre lo que estaba
por llegar. En ODE no tenemos bola de cristal para
escrutar el futuro, pero hemos analizado a fondo las
opiniones de los analistas de The Economist, Financial
Times, Wall Streeet Journal, Business Week y otras
fuentes solventes para descubrir cuáles pueden ser las
claves que 2006 depara a los directivos. Éstas son
nuestras apuestas:
1. El
crecimiento mundial: sombras en el horizonte.
En
2004 y 2005, el crecimiento promedio del PIB mundial fue
del 4,7%, el ritmo más rápido en dos años consecutivos
desde los años setenta. La historia sugiere que, por
desgracia, las cosas no pueden seguir así por tiempo
indefinido. Algunos economistas llevan años prediciendo
sin éxito un bajón en USA, la primera economía del
mundo, y es posible que, finalmente, 2006 les dé la
razón. El crecimiento vigoroso de estos años se aparta
de los cánones de la historia económica, teniendo en
cuenta que los precios reales del petróleo duplican los
precios promedio de las últimas dos décadas y que el
rendimiento de los bonos está en mínimos récord.
Veamos algunos desequilibrios más que pueden aguar la
fiesta del crecimiento en cualquier momento. Por un
lado, están los “déficit gemelos” de USA (déficit
comercial y déficit público) en máximos históricos y
totalmente fuera de control. Por otro lado, la burbuja
inmobiliaria presente en muchos países, desde USA y Gran
Bretaña a Francia y España, que medida en términos de
aumento de valor de los activos durante los últimos 5
años constituye la mayor burbuja financiera de la
historia. Estos desequilibrios dejan a la economía
mundial extremadamente vulnerable ante cualquier
sacudida.
Hasta ahora, los precios altos del petróleo se han
neutralizado gracias al dinero barato, que ha permitido
que la expansión inmobiliaria y el crecimiento del gasto
continuasen como si nada. Por ejemplo, en 2005 la
economía USA gastó 120 millardos de dólares más que en
2004 por el aumento del precio del petróleo, una minucia
si se compara con el aumento de 2.500 millardos de
dólares en el valor del mercado inmobiliario
residencial. Sin embargo, cuando se detenga la expansión
inmobiliaria y los precios frenen o retrocedan, el
consumidor sentirá en sus carnes la verdadera dimensión
del petróleo caro. En ese contexto, un salto adicional
del precio del petróleo podría ser la puntilla que
pinche la burbuja inmobiliaria.
La gran esperanza para el crecimiento mundial en 2006
está en la segunda y tercera economías del mundo, Japón
y Alemania, que parecen empezar el año en mejor forma, y
que no están afectadas por burbujas inmobiliarias.
Entonces, si los consumidores japoneses y alemanes
despiertan de sus largos letargos, y con el permiso del
petróleo, el crecimiento mundial sólo se ralentizará
levemente. Pero si no es así, y si los consumidores
americanos pierden la confianza, debemos prepararnos
para un 2006 tormentoso.
Volviendo a España, 2005 se ha cerrado con un más que
aceptable crecimiento del 3,4% (más del doble que la
zona euro), con una previsión del gobierno para 2006 del
3,3%. Lógicamente, esta cifra podrá cumplirse sólo en la
medida en que los riesgos citados no desencadenen una
crisis.
2. La
burbuja inmobiliaria, en el punto de mira.
En
2005, en España se empezaron a notar los primeros signos
tímidos de desaceleración en el mercado de la
construcción. Otros países que también viven el fenómeno
de la burbuja inmobiliaria parecen encontrarse más
adelantados en este ciclo. En el Reino Unido, el precio
de la vivienda aumentó un 3% en 2005, el ritmo más lento
en cinco años, y una fuerte ralentización respecto al
aumento del 12,7% del 2004. En 2006 se espera un
crecimiento de los precios inmobiliarios cercano al 0%,
la misma expectativa que en USA. La experiencia reciente
en el Reino Unido y Australia indica que incluso sin
necesidad de que los precios inmobiliarios bajen, es
suficiente un parón de los precios para producir un
frenazo en el gasto de los consumidores. En USA, la
mitad de los empleos creados en el sector privado desde
2001 están relacionados con el sector de la
construcción, y una buena porción del crecimiento en el
gasto de los consumidores se ha financiado a través de
préstamos hipotecarios garantizados por el aumento de
valor de sus viviendas. Un fuerte frenazo en 2006 del
precio de las viviendas tendría consecuencias dolorosas
en muchos países, entre ellos España.
3.
Dólar, Euro, Yuan y otras divisas del montón.
El
euro cayó un 13% en 2005 frente al dólar, por primera
vez en cuatro años, quedando en un cambio de 1,1830
dólares por euro. Dos grandes factores han influido en
este cambio de tendencia. El primero, los “accidentes”
en la construcción europea (el “gran no” del referéndum
francés, el “otro no” holandés, y los escarceos
italianos con la salida del euro). El segundo factor fue
el diferencial de tipos euro/dólar, que relegó a un
segundo plano los desequilibrios de la economía
americana.
Para 2006, los expertos manejan tres escenarios de
riesgo. El primero es el desplome del dólar, que podría
caer por debajo de los 1,60 dólares por euro si sus
desequilibrios se hacen insostenibles. La economía USA
necesitará 900 millardos de dólares en fondos foráneos
en 2006, cien millardos más que en 2005. Si Asia deja de
comprar dólares o incluso decide vender sus activos
actuales denominados en esta moneda, el dólar sufrirá un
colapso.
El segundo escenario es el desplome del euro, que podría
caer por debajo de los 0.90 dólares por euro. Si una
economía grande como la italiana sigue deteriorándose
sin acometer las reformas necesarias, llegará un momento
en que salir del euro resultará una opción atractiva. No
parece que la desmembración de la moneda europea vaya a
producirse a corto plazo, pero si se percibe como algo
plausible, los inversores no querrán encontrarse con los
bolsillos llenos de euros, y empezarán a vender con
antelación suficiente, resultando en un desplome del
euro.
El tercer escenario es un alza del yuan, que podría
llegar a revalorizarse un 20% si las autoridades chinas
cambian su política monetaria, en un intento de frenar y
reequilibrar la economía, al tiempo que aumentan el
poder de compra de sus consumidores.
4. El
petróleo caro, una cruda realidad.
El petróleo y sus derivados se encarecieron más de un
40% en 2005, quedando el barril en 58,94 dólares. A
diferencia de otras crisis del petróleo en que la oferta
estranguló la demanda, la actual tensión de los precios
tiene que ver con la insuficiente capacidad de refino
para satisfacer la fuerte demanda. Este factor quedó
claramente manifiesto con la reducción de la actividad
petrolera del Golfo de México provocada por los
huracanes Rita y Katrina. Entonces, la OPEP puso en el
mercado dos millones de barriles adicionales, pero no
había plantas suficientes para refinarlo.
En 2006, la Agencia Internacional de la Energía prevé
que la demanda seguirá creciendo, presionando los
precios al alza. Sin embargo, a partir de 2006 (y
siempre que los factores geopolíticos lo permitan)
empezará a operar parte de la capacidad adicional que
empezó a desarrollarse cuando el barril estaba a 25-30
dólares. Por otro lado, se espera que en 2006 la
Comisión del Mercado de Valores Americana revise las
normas que las empresas cotizadas en bolsa usan para
valorar sus reservas de crudo (las actuales datan de
1978). Este cambio arrojará más luz a los inversores
sobre el lado de la oferta en un momento crucial para el
sector. En cualquier caso, lo más probable es que los
precios se mantengan cerca del nivel de los 60 dólares
por barril.
5. La inflación cabalga de nuevo.
La
inflación española (IPC anual 3,8%) es uno de los datos
más sombríos con que se ha cerrado 2005. Impulsada por
el crudo y la alimentación, es la tasa más alta de los
últimos tres años y casi duplica la recomendación del
BCE del 2% asumida por el Gobierno, abriendo más la
brecha con la zona euro (se calcula un 2,3%). La
cláusula de revisión salarial que afecta a los convenios
de unos 8 millones de trabajadores supondrá costes extra
para las empresas, que en muchos casos no podrán
repercutir en los precios y deberán absorber reduciendo
márgenes.
Para más inri, 2006 empieza con fuertes subidas en
servicios básicos como electricidad, gas, transporte
público, peajes, etc. de modo que los analistas esperan
que la tasa interanual pueda superar el 4% en el primer
trimestre de 2006. Vista la ausencia de medidas
gubernamentales para fomentar la competencia y así
frenar los precios, ningún analista se cree la previsión
oficial de cerrar 2006 en el 2,5%. La cifra de consenso
está alrededor del 3%.
6. Los
tipos de interés, una subida anunciada.
Los
expertos indican que está cambiando el ciclo de crédito.
Esto quiere decir que se van a endurecer las condiciones
de financiación para las empresas. Ya en 2005, la
agencia Standard & Poor’s rebajó el rating a 81 empresas
industriales, y sólo lo mejoró a 47. Además, los bancos
centrales han comenzado a subir los tipos de interés. El
año ha terminado con el euribor en el 2,780%, su nivel
más alto en 3 años, anticipando próximas subidas del BCE
a lo largo del 2006 desde el 2,25% actual hasta niveles
próximos al 3%. La Fed subió los tipos ocho veces en
2005, iniciando el año en el 2,25% y cerrándolo en en el
4,25%. Aunque unos y otros repiten que “hay mucha
liquidez en los mercados de capitales” y que “las
subidas de tipos de interés van a ser moderadas”, 2006
debería ser un año para la prudencia en el
endeudamiento.
7. Las
fusiones y adquisiciones vuelven a escena.
La globalización no perderá fuelle en 2006. En
consecuencia, cabe esperar una nueva oleada de fusiones
y adquisiciones transnacionales, que lógicamente
afectará también a las compañías españolas. A otro nivel
de las grandes operaciones que son portada (Telefónica y
O2, Gas Natural y Endesa, etc.), las
compañías medianas aprenderán que las empresas no se
unen unas con otras con la misma facilidad que las
piezas de plástico de un “Lego”, y que la motivación
individual de los empleados de ambos equipos es el
inductor dominante de la creación de valor.
8. El
sector del automóvil: ¿gripe del motor?
Hace
décadas, Peter Drucker acuñó el término “industria de
las industrias” para referirse al sector del automóvil,
dando a entender tanto su peso específico en la economía
como su red de tentáculos hacia otros sectores
(siderúrgico, químico, eléctrico, electrónico,
energético, financiero, servicios, etc.) En 2006, el
automóvil seguirá siendo la industria de las industrias,
con el riesgo de contagiar sus problemas. En USA,
General Motors flirtea peligrosamente con la suspensión
de pagos y Ford Motor Company le acompaña en el segundo
puesto en el ranking de empresas con mayor volumen de
deuda calificada como “bonos basura”.
En 2005, España redujo su producción automovilística
cerca de un 10%, debido tanto a la atonía de los
mercados europeos como a la deslocalización de la
producción. ¿Hay algún sector en nuestro país que esté a
salvo si en 2006 sigue avanzando la “gripe del motor”?
9.
India vs. China.
2006 será el año en que el mundo gire su atención hacia
el milagro indio. Con una economía que crecerá más del
7% por cuarto año consecutivo, India está llamada a ser
uno de los países más poderosos del planeta, que tiene
en su haber el logro de haber conservado la democracia
en un país pobre poblado por 1.100 millones de personas.
Desde el punto de vista geopolítico, India resultará en
2006 un aliado de gran interés para USA con miras a
equilibrar el poder de China.
Entretanto, China seguirá creciendo en 2006, pero a un
ritmo más moderado, desacelerándose desde el 10-11% de
2005 hasta al 8%. Las autoridades intentarán reducir las
tasas de inversión insostenibles en algunas áreas de la
economía, sin perjudicar con ello el crecimiento de
otras. La falta de una verdadera economía de mercado
podría resultar un problema a la hora de realizar este
ajuste, con el riesgo de que el desarrollo económico se
viese interrumpido. Las autoridades chinas consideran
que un crecimiento del 7% es el mínimo para producir un
crecimiento aceptable del empleo y mantener la
estabilidad social, por lo que la senda del enfriamiento
puede bordear linderos peligrosos.
10. La
productividad de la economía, la eterna asignatura
pendiente.
Si
bien las cifras de empleo o de crecimiento del PIB de la
economía española merecen un notable alto, la
productividad sigue siendo una asignatura en la que no
progresamos adecuadamente. En realidad, lo que nos
corresponde es un suspenso sin paliativos, pues la
productividad –la mejor medida de la prosperidad
material de un país- permanece estancada o incluso
retrocede ligeramente.
Una de las razones de este estancamiento está en el auge
del sector de la construcción, que ha ganado peso
específico en el conjunto de la economía, pasando en la
última década del 12,3% al 16,2% del PIB. El nulo
crecimiento de la productividad en este sector es una de
las razones del problema, y durante 2006 podría
producirse un cambio si los tipos de interés frenan el
“boom” de la vivienda.
Pero para que la productividad crezca, más allá de la
coyuntura, hace falta innovación, es decir, aquello que
propicia que de los mismos recursos (humanos,
materiales) se obtenga mayor rendimiento o mayor
producción. La innovación no se limita –como creen las
Administraciones- al progreso tecnológico, ni siquiera a
lo que nuestro Gobierno ha bautizado con las siglas de
I+D+i (Investigación + Desarrollo + innovación). En
cualquier caso, los resultados de nuestra economía en
este capítulo son tan decepcionantes (el gasto privado y
público alcanza sólo el 1% del PIB, tres veces menos que
en los países de la Unión Europea) que desde Bruselas se
nos ha llamado seriamente la atención. En 2006, y a
falta de mejores iniciativas públicas y privadas, la
innovación en España seguirá escribiéndose con
minúscula, y la productividad continuará con un
suspenso, éste con mayúscula.
11.
Inversión empresarial: mirando hacia el riesgo sin ira.
En los
países desarrollados, 2006 parece que será el año en que
las empresas dejen atrás un ciclo de aversión al riesgo
que empezó en 2000 con el pinchazo de la burbuja de la
“nueva economía” y que se acentuó con los ataques
terroristas del 11-S, las guerras de Afganistán e Irak y
los escándalos corporativos de Enron, Tyco, WorldCom,
etc.
Existen varios motivos sólidos para este cambio de
tendencia: en los países del G7, la rentabilidad de las
compañías está en niveles récord, de modo que el peso de
los beneficios empresariales sobre el PIB ha aumentado
desde el 12,5% en 2000 hasta el 14% en 2005. Los
balances se han saneado con el pago de las deudas que
habían dejado las aventuras de la época de la
“exuberancia irracional”. Los ejecutivos de las grandes
empresas han implantado reformas en el gobierno
corporativo y sienten menos presión ante los accionistas
y el público. Los accionistas han recibido buenas
retribuciones en forma de dividendos y recompra de
acciones, de modo que con más dinero en el bolsillo
prestan una atención más generosa a las propuestas de
inversión que formulan los directivos.
La confluencia de estos factores permite aventurar un
aumento de la inversión en USA, Alemania y Japón, que
debería desatar aumentos de productividad y un nuevo
ciclo de crecimiento en los tres líderes de la economía
mundial.
Santiago Palom Rico
Director General de Grupo ODE
2 de enero de 2006 |